Intenté abrir los ojos. No pude. Otro intento. Nada. lo intenté de nuevo en un ultimo esfuerzo. Una luz me cegó. entrecerré los ojos y pude distinguir los arboles altos y verdes que se alzaban por encima mio. Reuní fuerzas y me puse a cuatro patas, y fuí arrastrandome hasta el arbol más cercano que encontré. Me senté allí, con la espalda recostada en el troco de aquel gigantesco arbol que parecía no tener fin.
Me dolía la tripa. Me levanté la camiseta que llevaba puesta y vi varias cicatrices diminutas.
Miré a mi alrededor, ahora ya más despejada. Nada de lo que podía ver me resultaba familiar. No sabia donde estaba, ni como habia llegado allí, ni siquiera a qué se debían las cicatrices de mi barriga. Solo sabia que como no me encontrara alguien pronto no iba a sobrevivir.